No me conozco

Soñador, un poco bohemio, bueno, miento, completamente bohemio, nunca me habían preocupado, esos problemas que suelen provocar el strés a la gente, mi única preocupación, si acaso, era la de estar a bien con las personas de mi entorno y conmigo mismo, a todo lo demás, capote, que diría un torero; mi única filosofía era, disfrutar de cada momento que la vida tiene a bien proporcionarme, esquivando todo aquello que pudiese perturbarme, siempre, claro está, que me afectase a mi solamente. En algún momento del camino, había decidido que el resto de este, lo haría sin ningún tipo de atadura, sin nada ni nadie que pudiese depender de mi o que fuese yó el dependiente, pero como suele pasar casi siempre que creemos estar totalmente seguros de algo, todo ese panorama que me había creado, se vino abajo casi sin darme tiempo a darme cuenta de lo que estaba ocurriendo. El solitario bohemio, se encontró de pronto, con una nueva motivación en su vida, hacer feliz a alguien más que a si mismo. Lo más curioso, es que siempre me había reído un poco de aquellos que hablaban de sus relaciones en la red, esos amores cibernéticos tan de moda en tertulias televisivas, pero está visto, que de los únicos que podemos reirnos, sin temor alguno a equivocarnos estrepitosamente, es de nosotros mismos, de lo contrario, corremos el riesgo de que sean los demás los que acaben riéndose de nosotros. Así, casi sin darme cuenta, me he visto inmerso en una relación, que ha cambiado radicalmente mis prioridades y que llena mi vida como nada ni nadie, había hecho antes. Cada día, es un nuevo comienzo, una nueva aventura. Ella ha hecho que me sienta importante, que me levante cada mañana con una sonrisa y que siga queriendo disfrutar de la vida, pero esta vez, con ella , eso es grande, muy grande, solo espero estar a la altura.