martes, 24 de junio de 2008

La noche de san Juan

                                               Noche mágica donde las haya, aquí en Galicia, "terra de meigas" Esta, siempre ha sido una noche con un significado especial, a pesar de que se haya perdido ya, aquella ilusión infantil que teníamos los de las generaciones sin "Play estation" Recuerdo cuando éramos críos, que ya un mes antes de San Juan, nos reuníamos haciendo planes para esa noche, nos repartíamos las taréas, para que cuando llegase el día, nuestra hoguera fuese la mejor y la más grande de los alrrededores. La verdad, es que lo teníamos bastante fácil, ya que mi barrio está pegadito al bosque, era ahí además, donde solíamos montar nuestra hoguera, cerca del límite de los árboles. Todos empleábamos algunas de nuestras horas libres depues del colegio, para subir al monte y recoger leña que íbamos apilando día a día, viendo como lo que empezaban siendo unas cuantas ramas secas y palés, se iba convirtiendo poco a poco, en una pequeña montaña de madera alrrededor de un tronco que clavábamos en el suelo, que además de servir de sujección a la hoguera, era utilizado para colocar en su punto más alto y como culminación de la gran pira, un gran muñeco, casi a tamaño natural y a veces más grande aún, que levantaba la admiración de los presentes en el momento que el fuego lo alcanzaba, llevándose con el, todas las penas acumuladas durante el año; era lo más esperado, un grito de júbilo salía las gargantas de todos los allí congregados, ya fuesen mayores o niños, la noche de San Juan, era algo que nos unía a todos los vecinos, mayores y niños sin importar la edad. y lo contentos que nos poníamos al recibir las felicitaciones de los mayores, aquellos mismos mayores, de los cuales años atrás, habíamos aprendido a cogerle el gusto a esta tradición. Después de dos o tres semanas de arduo trabajo, ya que de esto, nos ocupábamos normalmente los críos de entre 10 y 14 años, al ver aquella enorme torre de madera que habíamos conseguido construir, aquellos 4 o 5 metros de material dispuesto a proporcionarnos una noche mágica donde el fuego era el rey de la fiesta después de haber recolectado botes de aerosol vacíos que cada uno iba guardando en sus casa, lo cual hacia que cuando la hoguera cogía calor y este alcazaba los aerosoles, estos comenzaban a producir explosiones espectaculares de las cuales nos sentíamos particularmente orgullosos y por las cuales recibíamos siempre la bronca de los mayores, debido al peligro que entrañaban, pero la verdad es que a nosotros no nos importaba lo más mínimo, cada nueva explosión, era un motivo más de júbilo para los críos allí congregados, especialmente para aquellos que habíamos participado en la consecución de tamaña obra de ingeniería. Había otra tradición muy arraigada, que consistía en ir por las casas de aquellos vecinos que se portaban mal con los niños, aquellos que nos perseguían porque habíamos robado una pieza de fruta de sus fincas, o a los que sencillamente no gustaban los críos, vete tu a saber por qué y les robábamos los portales de madera, para quemarlos en fuego purificador de San Juan, pero claro, solo los de aquellos que se despistaban y no hacían guardia roda la noche para poder conservarlos y que eran fruto del abuchéo general, para regocijo de pequeños y grandes. Una vez prendida la hoguera, comenzaba la barbacóa, normalmente eran sardinas con pan de maiz de la tierra, algo delicioso, tanto las sardinas asadas, como el comerse después, aquel pan en el que iba quedando la esencia de las sardinas, solo de pensarlo, ya me estoy relamiendo. Los mayores, sus sardinas y su vinito del país y nosotros avivando la hoguera con la leña que siempre teníamos de reserva, era tal la cantidad de fuego, que a pesar de que se prendían a las 11 o 12 de la víspera de san Juan, el susodicho  día por la mañana, el fuego aún seguía ardiendo. Cuando habían pasado un par de horas y cuando los padres empezaban a recogerse, comenzaba la verdadera fiesta, otra de las tradiciones, que era el echar a correr y atreverse a saltar la hoguera, las parejas en pareja y los solitarios, que éramos los más, pues cada uno por su lado. Otra tradición, es el conjuro de San Juan, que consiste en coger una prenda de ropa, un mueble de nuestra casa (una silla vieja o algo así) y un papel en el que se escribe todo aquello que esperamos del año que nos queda por delante, eso en caso de que la luna esté en creciente, si está en menguante, como es el caso este año, debemos escribir todo aquello que queremos que desaparezca de nuestras vidas. Una vez hecho esto, cogemos la prenda, el mueble y el papel de los deséos y lo echamos al fuego. Una vez nos hemos puesto moráos a comer y beber, que hemos saltado la hoguera y hecho el conjuro, lo suyo es ir a mojarse los pies a la playa, para purificarse, aunque aquí tenemos otra manera de hacerlo, no se si en el resto del país se hará igual. Se suele fabricar un ramo con ciertas hierbas y plantas recogidas en el monte, no digo cuales son, porque no lo se exactamente, se que hay manzanilla, romero, ruda, anís y otras que desconozco, se pone en un recipiente grande con agua y se deja toda la noche. Por la mañana se lava uno la cara recién levantado con ese agua, que no se si purifica, pero puedo aseguraros, que es uno de los olores más ricos que he conocido en mi vida.                                                                                                                              Ahora ya no son los críos los que se ocupan de hacer las hogueras, aparte de que está prohibido hacerlas si no has pedido tu permiso correspondiente, suelen ser las asociaciones de vecinos, las que organizan el festejo, con lo que ello conlleva de alta de espontaneidad y de aquel toque juvenil que nosotros le dábamos con nuestro esfuerzo. Ahora, además de que es difícil poder hacer una hoguera por la cuestión permisos, los críos tampoco están mucho por la labor de participar en juegos colectivos, ni en nada que signifique un trabajo fijo, ahora son más de consola y de ordenador, la frescura y la habilidad que nos proporcionaba el tener que desarrollar la imaginación, para inventarnos juegos a partir de las cosas más inverosímiles, eso se ha acabado, los niños de hoy en día, tienen otras virtudes que no tenemos nosotros, pero.... yó créo que les falta algo. Así y a todo, ¡VIVA SAN JUAN! y en una semana, San Pedro, oto tanto de lo mismo, aunque sea un poco más flojo. Esperemos que seamos capaz de seguir conservando las tradiciones populares, que son las que más nos unen en este mundo impersonal.


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2 comentarios:

  1. ¡ Cuánta añoranza en tus palabras! Y se entiende perfectamente, lo que nos sucede en la infancia, no lo borramos con nada. Los buenos recuerdos nos acompañan siempre.
    Que hermosa costumbre. A Chile la trajeron los primeros españoles que llegaron y no se olvida, sobre todo la gente del campo.  Mi madre me cuenta que ellos tuvieron una hermana después que ya todos eran mayores;mi abuela pensó que se le había presentado la menopausia, pero era un bebé que se había engendrado cuando ya la fábrica de niños se pensaba que estaba fuera de servicio, y a ese bebé le pusieron Juan, y asítener un buen motivo de celebración..
    Un gran abrazo y buena noche víspera de San Juan.

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  2. Leo tu blog, tus costumbres, tu cultura,Ya me imaginaba yo que eso de hacer fogatas venía de los ancestros.
    Nos dejaron muchas cosas buenas y malas, por eso me agrada tener amig@s de otros países , de otras culturas.
    Para al final decir que es la vida, que es igual en todas partes. un placer leerte : No me tenías guardado "nada".
    La próxima vez , aunque sea un pan de esos galhegos campesinos "fuertes", de mucha molla(así es que decís?)
    Encantadad de leerte , me empapas de tus cotidianidades y te voy conociendo,,,,,bsotes...Ana

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